Para los 50
Echar al cesto
la crema rejuvenecedora, la peluca de fiesta, decirle a ella
te he querido, y finalmente,
tirar la muela postiza.
Los vivos se marean, Hello, hello, lets go vertigo...No te caigas cada poema te garantiza la palabra. La estatura... hello, hello, lets go vertigo
Para los 50
Echar al cesto
la crema rejuvenecedora, la peluca de fiesta, decirle a ella
te he querido, y finalmente,
tirar la muela postiza.
Somos los oficinistas,
siempre con deseos de ir al mingitorio
como si esperáramos hallar en el blanco recipiente la absolución
a tengo ganas pero...
como si la vida no fuera más que
acariciar teclados y dolencias
y cuerpos que son y no,
sin más alternativa que la de no tener alternativa. Somos los oficinistas
dos monedas chocan
con música que rueda hasta el corazón,
ponerse cursi,
inventar un bolero, compadecernos
y hablar de carta en carta
de aquel burdel maríatojunto,
lesbiana
y unos chulos con tatuajes y cicatrices,
botellas vacías y mañana es domingo pero no;
de modo que hay que inventarle una motivación
a estas salidas,
a estos labios y manos inútiles.
Afuera alguien ríe,
el transeúnte pasa ante los edificios,
una mujer se desnuda detrás de una ventana: actos que podrían tomarse como trascendentes, con mucho miedo entre cuadrante y cuadrante -casi el dibujo de una escena de horror-
tal esas peliculillas de vampiros dominicales, metemiedo.
Somos los oficinistas,
uñas limpias,
fines de semana en hotelitos
junto a una playa con peces muertos.